El candidato ante los simpatizantes y los indecisos

Siempre he dicho que las intervenciones de los líderes políticos han de tener la virtud de, aun siendo un menaje genérico, ser interpretado por cada persona que lo escucha como si fuese una respuesta personal a sus necesidades.

La verdad es que esta reflexión es fácil de argumentar pero es sumamente complicado llevarlo a la práctica con éxito. Preparar una intervención es mucho más que plasmar ideas sobre un papel, del mismo modo que una intervención política en público es mucho más que una simple lectura en voz alta.

A la hora de que el candidato tenga que dirigirse a sus posibles votantes, sus palabras, argumentaciones y explicaciones políticas para convencer a aquellos que no opinan, creen y sostienen los mismos pensamientos ideológicos que él, han de ser expuestas de forma diferente a como habría que hacerlo ante electores que comparten sus ideas, proyectos  e iniciativas.

No pueden ser iguales las intervenciones ante personas afines ideológicamente donde habrá que tener una intervención con fuerza y vigorosa, que si nos enfrentamos ante un gran número de indecisos.

 Los indecisos, habitualmente, suelen tener la última palabra en las citas electorales. Por ese alguien que aspira a ganar unas elecciones no puede apartarse mucho, en campaña, de los grandes ideales, las grandes palabras y las grandes promesas electorales comunes y queridas por todos los ciudadanos y ciudadanas.