viernes, 1 de marzo de 2013

Impuestos por enfermedad

Para todos aquellos seres que tienen el extraño hobbie de la comunicación y marketing político están siendo unos días, cuanto menos, entretenidos. Para estos especímenes, entre los que me incluyo, uno de los libros de cabecera es “No pienses en un Elefante” de George Lakoff.

Nueve son los días que separan a los andaluces de la cita con las urnas. La euforia va por días, por encuestas y por barrios. Si hace meses la victoria del PP se daba por segura, los sondeos de las últimas dos semanas hablaban de un retroceso en las aspiraciones populares y de un posible gobierno PSOE-IU. Hoy nos levantamos con el “Pulsómetro” de la Cadena Ser que da a los populares, con un 46,7% en intención de voto, una ventaja de 10,7 puntos sobre el PSOE que obtendría un 36%.

Paradojas de la vida, Arenas lleva pidiendo que se separen las elecciones andaluzas de las generales desde principio de los 90. Su argumento era que quería un debate meramente regional, sin que hubiesen injerencias que desvirtuasen una campaña meramente andaluza.

Pues ni una cosa ni la otra. Las elecciones son separadas pero de debate poco, por no decir nada. Los andaluces se quedaron esperando a que el líder popular se presentase a principios de semana en la televisión de todos los andaluces para debatir junto a PSOE e IU, y en lo referente a tener una
campaña en clave andaluza, menos.

Arenas no interviene en sus mítines mirando los discursos que le preparan sus asesores. Los populares andaluces tienen un ojo, o los dos, mirando a sus líderes conservadores de otras regiones. Durante esta legislatura Arenas no ha defendido al pueblo andaluz cuando Ana Mato afirmaba que los niños andaluces son prácticamente analfabetos. Del mismo modo permaneció mudo cuando la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, en referencia a la reducción de las peonadas en el campo andaluz decía “El gobierno (socialista) utiliza el dinero de los contribuyentes para dar pitas, pitas, pitas”. Otro ejemplo de que Arenas antepone los intereses de su partido a los intereses de los andaluces fue verle guardar silencio ante las palabras de Alejo Vidal-Quadras, Vicepresidente del Parlamento Europeo, que sobre el padre de la patria andaluza dijo “Blas Infante fue un cretino integral, y además, nunca consiguió sacar un escaño”.

Pues suma y sigue, ahora el centro de la campaña lo centran los recortes y los copagos. Mientras los líderes del PP del resto de España abogan por cobrar a los pacientes que necesiten atención médica, en Andalucía las respuestas de los partidos de izquierda han sido claras, mientras que la del Partido Popular de Andalucía responde con declaraciones de intenciones y condicionales, evitando el no rotundo.

¿Pero por qué evitan los populares andaluces pronunciarse al respecto? Porque el copago está en el ideario del PP pero no quieren admitirlo. Andalucía no es una comunidad más. Andalucía es pionera y referente, entre otras materias, en I+D, en renovables, en biomedicina y en sanidad. Y cuando se habla de ser referente en sanidad, sirva como ejemplo que mientras el resto de comunidades están implantando ahora el uso de los genéricos, en Andalucía se lleva aplicando desde hace 10 años, en Andalucía llevamos tiempo con las recetas electrónicas y gracias a ello se han ahorrado millones de euros.

El copago sanitario ya es una realidad para los catalanes. El Govern de CiU ha aprobado, sin que votase en contra el PP, medidas que incluye la creación de dos nuevas tasas, una turística y otra farmacéutica. La segunda, que gravará con un euro las recetas médicas, constituye un copago sanitario con el que pretenden ahorrar 180 millones de euros. Si quisieran ahorros superiores sin tocar el bolsillo de los ciudadanos podrían copiar medidas como la de la subasta de fármacos de laJunta de Andalucía obteniendo resultados, a la hora de ahorrar, mucho mayores, pues se superan los 200 millones de euros.

Los gurús de la derecha andan enfrascados en buscarle un nombre a ese canon que quieren cobrar a las personas que necesiten atención médica. El copago tiene connotaciones peyorativas y no encuentran la forma de encontrar un término que pueda suavizar en la ciudadanía el chip de animadversión que salta en nuestros cerebros cuando escuchamos que habrá que pagar por un servicio que se supone universal y gratuito.

George Lakoff aparte de escritor, es un investigador norteamericano de lingüística cognitiva y resalta la importancia en la selección, uso y combinación de unas palabras que relacionadas entre sí, e incorporadas en un discurso, forman un marco cognitivo que nos dota de una manera de interpretar la realidad, de enfocar determinados problemas y establecer soluciones.

Uno de los máximos exponentes a la hora de llevar a la práctica estos usos lingüísticos fue George Bush, quien utilizó frases como “La guerra contra el terror”, para justificar la tortura a presos de Guantánamo así como la guerra contra el pueblo Irak en busca de las famosas armas de destrucción masivas que nunca aparecieron.

¿Cuantos soldados americanos y civiles murieron durante esa barbarie? Nunca se dio una cifra oficial, pero la ciudadanía norteamericana lo asumió como un mal menor, pues se estaba luchando “contra el terror”, cuando en realidad estaban inmerso en una guerra ilegal, ilícita e inmoral.

Que no nos engañen. En España la sanidad es y ha de seguir siendo lo que es. Mientras la derecha la llama copago y la izquierda repago, con independencia del nombre que quieran ponerle, lo que no puede convertirse es en un impuesto para enfermos.

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