Encuesta tras encuesta se constata que el número de ciudadanos que muestran desapego con la actividad de los políticos va en aumento. Los que comenzamos a pintar canas, o intentar disimular entradas, recordamos o hemos leído cómo la clase política (respaldada por un ampliosentimiento ciudadano) se convirtió en un referente social que, a mediados de los setenta, arrimaron el hombro y olvidando intereses partidistas consiguieron sacar a este país de una dictadura e iniciaron una transición democrática.
Tras una década de los ochenta ilusionante, con líderes de la talla de Felipe González, Carrillo, Manuel Fraga o Miquel Roca, llegamos a los noventa con un panorama político crispado por los casos Filesa, Roldán, Marey, Amedo y Domínguez, Paesa y las escuchas del Cesid entreotros, que hizo que en las encuestas del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) diesen el alarmante dato de cerca de un 14% de ciudadanos que consideraban a los políticos como un lastre para el país, y uno de cada tres españoles, el 33%, afirmaban que la corrupción era una de las peores lacras que sufríamos.